Sunday, November 23, 2008

Somos extranjeros en este mundo /Hoy con Cristo/

“El tiempo que los hijos de Israel habitaron en Egipto fue de 430 años” (Éxodo 12:40)

En una tierra donde somos peregrinos, no esperemos vivir como los que aman o son naturales de esa tierra.

Los moradores de este mundo aman las facilidades y la prosperidad terrenal de aquí abajo, porque eso es lo que ellos anhelan, pero si tú eres hijo de Dios no debes olvidar nunca tu condición de peregrino, tú estás aquí de paso hacia la patria celestial, no te extrañes, pues, que los hombres mundanos vivan con mucho más facilidad que tú, porque no eres de aquí, sino de arriba, los que han nacido de Dios son de Dios y hacia Dios se dirigen o van.

Esfuérzate, pues a mantener la mente consciente de tu condición, y no aspires a vivir como viven los incrédulos, en cambio sea tu corazón como el de David: “Jehová, no se ha envanecido mi corazón, ni mis ojos se enaltecieron; ni anduve en grandezas, ni en cosas demasiado sublimes para mí” (Sal.131:1).

Hay una íntima conexión entre el corazón y los ojos, y tú mirarás hacia donde esté inclinada tu alma, por eso cuídala para que no se envanezca con las cosas de este mundo y todo lo demás estará cuidado.

Cuán hermosa es la humildad de corazón, imitemos eso en la piedad, modestia, y sencillez de los hijos de Dios. Los peregrinos y todos los que dicen ser Cristianos profesan serlo, pues la mortalidad del cuerpo y la inmortalidad del alma así lo confirma, que somos extranjeros en este mundo.

El extranjero no sólo mira en su corazón el lugar donde pertenece, sino que también orienta sus pasos hacia su patria: “Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la porvenir” (He.13:14). Esto es, que la vida del Cristiano se resume en buscar otro mundo.

Esta actitud de corazón puede ser vista sin mucha dificultad al leer la vida de los patriarcas, y esa sea la tuya también.

Esta época de un materialismo desenfrenado es un tiempo muy adecuado para practicar la moderación de los peregrinos que van hacia la patria celestial. Amén

Escrito por: OSCAR AROCHA/ http://hoy.com.do

Saturday, November 22, 2008

Palabra de Dios

Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;
1 Pedro 2:9.

Wednesday, November 19, 2008

¿Qué es la envidia, qué la produce, cuáles son sus consecuenicas y cómo podemos evitarla?

Hermanos y amigos que el Dios verdadero (Pa­dre, Hijo y Espíritu Santo) les bendiga a todos, Mateo 18:19; en esta oportunidad expondremos el tema: ¿Qué es la envidia, qué la produce, cuáles son sus consecuencias y cómo podemos evitarla?, esperando les sea de gran edificación y enseñanza.

Bien, comenzamos diciendo que la envidia es el sufrimiento, el pesar, la amargura que siente una persona cuando a su prójimo le va bien en cualquier área de la vida.

Por lo regular la envidia nace cuando alguien obtiene algo que otro no tiene y lo desea.

Ponemos como ejemplo cuando alguien progresa y compra un buen vehículo, cuando una joven se casa con todos los powers, cuando alguien cae bien a los demás, cuando alguien realiza un buen trabajo, cuando alguien tiene una buena casa, etc., despierta la envidia, en muchos casos de aquellos que no tratan de superarse y mejorar o que no quieren que otros lo hagan.

Citas bíblicas: “Y tuvo hato de ovejas, y hato de vacas, y muchas labranza; y los filisteos le tuvieron envidia". Génesis 26:14; “Viendo Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana y decía a Jacob: Dame hijos o si no, me muero”, Génesis 30:1; “Y sus hermanos le tenían envidia, más su padre meditaba en esto”, Genesis 37:11.

Mis queridos hermanos y amigos, la envidia la produce la codicia que hay en los seres humanos de tener los bienes de otro.

La codicia o la am­bición desmedida e ilícita lleva a sus poseedores a la envidia. Así que, el generador de la envidia es la codicia.

Citas Bíblicas: “Es cierto que al necio lo mata la, ira. Y al codicioso lo consume la en­vidia”, Job 5:2; “He visto asimismo que todo trabajo y toda ex­celencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu”, Eclesiatés 4:4.

Ahora bien, las consecuencias de la envidia es que empieza robándole la paz al envidioso. El envidioso sufre cuando ve que otro tiene y él o ella no.

El envidioso le busca defectos a los bienes, a las bendiciones y a las cualidades de sus hermanos, , de sus amigos, de sus vecinos, de sus compañeros de trabajo, de sus autoridades, de sus familiares y esto lleva al envidioso a hablar mentiras de los demás. Cita bíblica: “El corazón apacible es vida de la carne; más la envidia es carcona de los huesos”, Proverbios 14:30.
Por otra parte, el primer envidioso del universo fué y es Lucifer, hoy conocido como diablo y satanás quien no estando conforme con el lugar recibido de Dios, quiso ocupar el trono del Señor.

“Lucifer no estando contento con el lugar que tenía codició y envidió y procuró robar lo que no era de él, por lo que fue derribado del Cielo (mundo espiritual) junto con los ángeles que le hicieron el coro, de ahí en adelante ha estado llevando a los seres humanos a la envidia y motivando a la codi­cia de cosas pecaminosas y no pecaminosas de una manera afanada.

Por estas razones es que hoy vemos que se rompen amistades por envidia llevando y trayendo chismes y despretigiando las buenas cualidades del prójimo, vemos como mu­jeres y hombres desbaratan los hogares de su prójimo por envidia, se difama, se critica, se agrede, se perjudica sin razón para ello.

La envidia es incitada por espíritus de demonios trabajando en la mente una persona y hasta en un conjunto de personas con el objetivo de destruir, robar y matar. Isaías 14:12 al 17; Juan 10:10; Proverbios 27:4.

Hermanos y amigos, aún los cristianos pueden caer en el pecado de la envidia, aunque asistan a un templo, sino, cómo se explica que se le pongan defectos a los hermanos en Cristo que trabajan en predicar, en ser fiel, en aprender de la palabra de Dios, en invertir tiempo, dinero y esfuerzo para grabar una producción cristiana de canciones, por santificarse, por ayudar, por cantar, etc. ¿Por qué un cristiano se molesta por el bien del otro, o por las buenas cualidades de su hermano, no es porque un espíritu de envidia lo está influenciando?, Génesis 4:3 al 10.

En este mismo orden de enseñanzas, la envidia se puede evitar: 1.- Cuando deseamos el bien a nuestros semejantes; 2.- Estando conforme con lo que tenemos y Dios nos ha dado; sea mucho o sea poco y aunque otro tenga más.

Debemos darle gracias a Dios porque él sabe hasta donde podemos recibir, hay que dejar la codicia y la ambición desmedida que nos lleve a fallarle al Señor violando sus mandamientos, y deseando el mal al prójimo hasta llegar a ser un instrumento en las manos de satanás y sus espíritus de demonios que incitan a la envidia y de ahí caer en otros pecados peores.

¿Ha sido usted envidioso alguna vez?

¿Le duele que su prójimo le vaya bien en la vida y sea apreciado por los demás por sus buenos modales y cualidades?

¿Sabía usted que la envidia es producida por la codicia de tener lo que Dios ha dado a otro?

¿Cree usted que los envidiosos entrarán al Reino de los Cielos?

¿Piensa usted que en los barrios y ensanches, en los centros de estudios, en los templos, en los centros de trabajo no hay envidiosos?

¿Cómo se explica que alguien desee el mal de su prójimo cuando progresa o cae bien a los demás y llevando un buen comportamiento, no será que hay un espíritu de envidia operando ahí?

Concluyendo, todo aquel que ha caido en el pecado de la codicia y la codicia le ha llevado a la envidia y la envidia lo ha llevado a hacer mal a su prójimo debe pedirle perdón a Dios en oración y pedirle también al Señor que lo liberte de esta influencia espiritual satánica, pedirle a Dios que le ayude a conformarse con lo que le ha dado o le haya permitido conseguir honradamente, porque si se deja arrastrar de la envidia pueda que lo lamente aquí y después de aquí, porque la envidia puede llevar a la cárcel, pero también al Infierno, claro si no se deja a tiempo, solo el Señor Jesucristo y el Espíritu Santo nos puede ayudar a vencer a Sa­tanás, el promotor y productor de la envidia.

Así que, ya usted sabe que la envidia es amar­garse por el bien de nuestro semejantes; qué la produce la ambición y la codicia de las cosas del prójimo; las consecuencias de la envidia es ofender a Dios, ofender al prójimo, ponerle defectos y perdernos en el Infierno por envidiosos sino nos arrepentimos y la dejamos, y que la forma de evitar la envidia es alegrándonos con el bien y el progreso de nuestros semejantes y estar conforme con lo que Dios no haya dado y nos pueda dar en un futuro, por lo cual, quien peca con la envidia, debe convertirse a Jesucristo y vivir de acuerdo a sus enseñanzas escritas en el Nuevo Testamento. El Señor Jesucristo no está de acuerdo con la envidia, si lo vamos a seguir imitémosle no practicándola.

Que el Señor les bendiga y nos ayude a todos...

Autor: Miguel de J. Ramírez P.

Sunday, November 9, 2008

Sola gracia / No se trata únicamente del favor otorgado al que no tiene méritos, sino del favor otorgado por medio de Cristo al que tiene desméritos

Las ofertas gratuitas son muy atractivas, porque anuncian la oportunidad de obtener algo sin tener que desprendernos de nada, beneficio sin costo.

Sin embargo, hay cosas que son tan valiosas que cuando se ofrecen gratis generan sospechas.

Vivimos en un mundo en el que se mueven tantos intereses que nos resulta difícil creer que algo demasiado bueno se ofrezca sin costo alguno.

Ese es el problema que muchos tienen con el cristianismo bíblico.

El hombre quiere hacer algo que le merezca la salvación, algo bueno que mueva a Dios a fijarse en él y decir: “Merece que yo le ofrezca mi ayuda y lo salve, porque ha hecho un buen esfuerzo”.

Por eso, cuando escuchan el mensaje del evangelio de que Dios ofrece salvación al hombre solo por gracia, excluyendo por completo nuestros méritos y nuestras obras, les resulta sumamente difícil aceptar que sea cierto.
Pero si hay una verdad claramente enseñada en la Biblia, es que la salvación es un regalo de gracia.

“Por gracia sois salvos, por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9). Y en Romanos 3:24 Pablo añade que hemos sido declarados justos delante de Dios “gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”.
Ahora bien, la gracia de Dios es usualmente definida como un favor que Él concede a personas que no lo merecen.

Pero esta definición todavía se queda corta del concepto bíblico de gracia.

No se trata únicamente del favor otorgado al que no tiene méritos, sino del favor otorgado por medio de Cristo al que tiene deméritos.

Si usted le da algo de comer a un mendigo se puede decir que le ha tratado con misericordia. Pero si ese mismo individuo le había robado el día anterior y aun así decide socorrerle, eso es gracia.

Y la salvación que el evangelio anuncia es una oferta de gracia, la extraordinaria noticia de que Dios concede perdón y vida eterna a pecadores culpables por medio de la fe en Su Hijo.

La salvación es gratuita, pero no porque sea barata, sino porque el Señor Jesucristo, la segunda persona de la Trinidad encarnada, murió en la cruz del Calvario para pagar la deuda inmensa de todos aquellos que Él vino a salvar.

“Al que no conoció pecado (Cristo), por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2Corintios 5:21).

He ahí el corazón del evangelio: La salvación es por gracia, “por medio de la fe, no por obras, para que nadie se gloríe”.

El autor es pastor
Sugel Michelén/ http://www.elcaribecdn.com.do

Friday, November 7, 2008

Tiempo para el alma

"No salga de sus bocas ni una palabra mala, sino la palabra que hacía falta y que deja algo a los oyentes’’. Ef. 4.29.

Cuántas veces hablamos de más. Cuántas veces decimos palabras necias que no edifican y que pueden ser ofensivas para otros.

‘‘Ni una palabra mala’’: hiriente, negativa, sarcástica, descompuesta, humillante, temeraria.

Antes de abrir la boca para hablar debemos pensar, construir fríamente nuestras ideas, no vaya a ser que caigamos en ligerezas que nos cuesten muy caras o que sean degradantes para alguien.

Y esto no es sólo en el plano interpersonal, también y de manera muy especial los medios de comunicación.

‘‘Deja algo a los oyentes’’: algo constructivo, edificante, un aporte, un elemento de tranquilidad, veracidad.

Es mejor decir lo esencial, ni más ni menos de lo necesario, decirlo con la verdad y el buen juicio a flor de labios.
tiempoparaelalma@hotmail.com
Por Josefina Navarro / El Caribe

Sunday, November 2, 2008

Los valores de la familia

Desde la infancia deben enseñarse estos valores.-

Entre los miembros de una familia se establecen relaciones personales que entrañan afinidad de sentimientos de afectos e intereses que se basan en el respeto mutuo de las personas.

La familia es la comunidad donde desde la infancia se enseñan los valores y el adecuado uso de la libertad. Las relaciones personales y la estabilidad familiar son los fundamentos de la libertad de la seguridad de la fraternidad en el seno de la sociedad. Es por esto que en la familia se inicia a la vida social.

Es en el seno familiar donde se enseñan los primeros valores, los que serán la guía del individuo a lo largo de la vida. Es en el núcleo de la familia donde se enseña a los miembros de este a que se ayuden el unos a otro, en sus necesidades de superación de obstáculos y dificultades, así como a compartir los logros y éxitos de los demás.

En el fondo lo que se fomenta es dejar el egoísmo a un lado, buscando el bien y compartir con el otro.

Cuando nos centramos en nuestras preocupaciones y no estamos dispuestos a ayudar a los que nos rodean somos egoístas, y el egoísta no suele ser una persona alegre.

La alegría no depende de las circunstancias o de las facilidades que puede presentar la vida, ni tampoco consiste en tener cosas.

Este valor tiene su fundamento en lo profundo de la persona, no es sino la consecuencia de una vida equilibrada, de una coherencia entre o que pensamos y lo que hacemos, el tener una mente y un cuerpo sanos.

En cuanto a la generosidad, otro de los valores de la familia, consiste en actuar a favor de otras personas de manera desinteresada y con alegría.

Hacer algo por otras personas puede traducirse de diferentes maneras, por ejemplo, dar cosas prestar juguetes, dar tiempo para escuchar y atender a otro miembro de la familia, saludar, perdonar.

Se notara una actitud generosa en una persona que se esfuerza por hacer la vida agradable a los demás miembros de la familiar.

Asimismo, el respeto hacia los demás miembros es otro de los valores que se fomenta dentro de la familia, no solo a la persona misma, sino también a sus opiniones y sentimientos.
La justicia, igualmente se fomenta en el seno de la familia al establecerse lo que corresponde a cada miembro de la misma. Recordemos que la justicia consiste en dar a cada uno lo que les corresponde.

Una persona que se esfuerza constantemente por respetar los derechos de los demás y le da a cada uno lo que debe tiene la virtud de la justicia.

La responsabilidad: supone asumir las consecuencias de los propios actos no solo ante uno mismo sino ante los otros.

Para que una persona pueda ser responsable tiene que ser consciente de sus deberes y obligaciones, es por ello de gran importancia que los hijos tengan sus responsabilidades y obligaciones muy claras.

Por ejemplo, el niño debe tener claro que es su responsabilidad la calidad y el esfuerzo en sus estudios, que debe poner el mayor trabajo y empeño en esta actividad en beneficio propio y en respuesta a la oportunidad que le brindan sus padres.

El desarrollo de la responsabilidad en los hijos es parte del proceso educativo, esto con vista a la participación de los hijos en la vida familiar primero, y en la vida en sociedad después, de manera responsable y autónoma.

La lealtad: surge cuando se reconocen y aceptan vínculos que nos unen a otros de tal manera que se buscan fortalecer y salvaguardar dichos vínculos, así como los valores que representan.

La aceptación y el reconocimiento de este vínculo no se centra hacia el futuro como una posibilidad, sino que es una realidad actual.

Este vínculo no pasa con el tiempo es profundo suele madurar y fortalecerse a larga.

La autoestima: es uno de los valores fundamentales para el ser humano, equilibrado y sano. Este valor tiene sus raíces y fundamentos en el núcleo familiar.

Elevar la autoestima de nuestros hijos es de vital importancia para su vida futura, ya que de esa manera contribuimos a que desarrollen la convicción de que es estimado y valorado, que es competente para enfrentarse a los obstáculos de la vida con confianza y optimismo, y que es merecedor de la felicidad.

Escrito por: Claudia Hernández De Alba