Dios nos trata con misericordia y con piedad, porque así es su naturaleza; lo hace por que Él es bueno, porque Él es amor.
Pero lo hace también porque sabe que los seres humanos somos pequeños, imperfectos, vulnerables… polvo.
Y fíjense, si hay algo que se nos olvida a nosotros es que somos pequeños, vulnerables, que somos polvo, que somos perecederos.
Vivimos como si todo fuera esto, este mundo material que nos levanta como la espuma y nos deja caer de lo alto por gravedad.
Si nos viéramos como Dios nos ve, talvez nos pareciéramos más a Él.
Autora: Josefina Navarro
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