Monday, September 20, 2010

Arrepentimiento

En toda la Escritura se nos habla del arrepentimiento, pero si nos limitamos a estudiarlo solamente en el Nuevo Testamento, veremos que hay toda una secuencia de versos que nos muestran cuan importante es esto y, sobre todo, que es necesario el arrepentimiento para entrar al Reino de Dios.

Sin arrepentimiento en los términos de Dios, nadie puede llamarse cristiano.

El mismo Jesús dijo en Lucas 5:32; “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento”.

Antes de su ascensión, Jesús les recomendó a sus discípulos que predicasen el arrepentimiento en su Nombre. Lucas 24:46-49, Jesús comenzó y clausuro su ministerio aquí en la tierra hablando del arrepentimiento.

El arrepentimiento no es:

1. Tener experiencias espirituales.

2. Remordimiento y simple convicción de pecado.

3. Religiosidad Externa.

4. Aceptar intelectualmente a Dios.

El arrepentimiento es algo más profundo que eso, es un:*

Cambio de mente, de corazón, de actitud, sobre si mismos y sobre Dios.

Arrepentimiento es:

a) Reconocerse pecador

b} Dolerse de sus pecados

c) Darle la espalda a la vida pecaminosa

d} Y tener un anhelo profundo de santidad.

El arrepentimiento consta de cuatro elementos a saber; Reflexión, Decisión, Confesión y Perdón. Dios nos llama al arrepentimiento; por su gracia, misericordia y bondad, o por medio de aflicciones, pruebas y dificultades.

En Mateo 3:8 nos dice “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento”. Juan el Bautista nos exhorta a producir frutos dignos de verdadero arrepentimiento.

Es el deseo del Señor que nadie perezca sino que todos procedan al arrepentimiento, pero vemos que a pesar de todas las plagas y las últimas pruebas sobre la humanidad, muchos no se van arrepentir de sus idolatrías.

La Palabra de Dios en Apocalipsis 9:20-21 dice “Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar; y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos.

Vilma de Rojas/ La Información

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