La niñez es una etapa preciosa en la que formamos lo que seremos en el futuro. Trasciende todo lo que nos queda por vivir y cada cosa que hacemos lleva el impulso de los años de esa etapa inolvidable que nos arrulló en su seno.
El destacado e influyente científico Albert Einstein, quien tantos aportes hizo para el desarrollo de la ciencia, dijo: "La palabra progreso no tiene sentido mientras haya niños infelices".
La infancia es materia prima y potencial semilla para el progreso de una nación, posee elementos dignos y nobles, a la espera de una clase gobernante que la asista y la haga concurrente del bienestar y progreso.
En la inocencia hay que empezar a sembrar, hay que fertilizar, no sigamos indiferentes ante los tantos atropellos que se cometen en contra del porvenir candoroso. Acércate y socórrelo, "de los tales", dijo El Señor Jesús, "es el reino de los cielos".
Son un oasis, descanso, refugio, mundo diferente, no tienen resentimientos, son bellos, importantes, abdicar a la herencia de Jehová, No se corresponde con el ser que ÉL creó a su imagen y semejanza.
Hay que reconocer que la Sociedad no ha respondido a la altura que la niñez merece y que como familia tenemos desproporción y desequilibrio, por lo que hay que equilibrar, armonizar y adecuar.
Recientemente mi nieta en ley Brianna de 6 años, se me acercó y tomando mi mano izquierda plantó un beso, lo protegió empujando mis dedos hasta cerrarlos por completo y asegurándose que el beso no se iría, me dijo: "Donde quiera que vayas, ese beso irá contigo".
Sentí entre ella y yo un amor indisoluble, que me hizo renacer, rejuvenecer, llevándome al Año 1971, cuando Joan Manuel Serrat compuso unas letras muy personales y evocativas y que tituló “Aquellas pequeñas cosas”. Aquí las comparto:
Uno se cree que las mató el tiempo y la ausencia, pero su tren vendió boleto de ida y vuelta.
Son aquellas pequeñas cosas que nos dejó un tiempo de rosas, en un rincón, en un papel o en un cajón.
Como un ladrón te acechan detrás de la puerta, te tienen tan a su merced como hojas muertas.
Que el viento arrastra allá o aquí, que te sonríen tristes y nos hacen que lloremos cuando nadie nos ve.
Jesús, estando en convivencia con sus discípulos en Capernaúm, tomó a un niño, y Abrazándolo
Dijo:"El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que a mi me recibe,
No me recibe a mí sino al que me envió". San Marcos 9:37.
Shalom, Maranatha.
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