Friday, March 9, 2007

Que sean uno

"Que sean uno, Padre, como Tú y yo somos uno…"… un
ruego que salió desde lo hondo del corazón de Jesús.

Un anhelo profundo. Sin embargo, cuan distantes nos
encontramos muchas veces los seguidores de Cristo, las
Congregaciones, los cristianos…

Unidad, un desafío para cada iglesia y cada creyente.
Un aspecto esencial en la vida y fundamento del
progreso de una nación.

Somos del parecer que menospreciar la unidad es
menospreciar el porvenir de la humanidad.
No es posible la paz ni la convivencia común y plácida sin unidad,
en su ausencia hasta el futuro se torna incierto y fugaz.

Sin ese terreno frondoso, el de la unidad,
se diezma el acervo de una
sociedad, no hay acuerdos ni compromisos, no hay
posibilidad de bienestar duradero. Unidad que,
aclaramos, no significa negar la diversidad, riqueza
que el Espíritu Santo pone a nuestra disposición para
permanecer en un solo cuerpo.

Tengo fe en que Dios levantará la bandera de la unidad
en la humanidad y que dejaremos a un lado los caminos
de la discordia y la volubilidad.

El profeta Amós preguntó: ¿Andarán dos juntos, si no
estuvieren de acuerdo?

Jesús, en una ocasión, habló
sobre la importancia de la unidad, diciendo: "Además
les digo que si dos de ustedes en la tierra se ponen
de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan, les será
concedida por mi padre que está en el cielo".
(San Mateo 18:19).

Pablo, un apóstol que tendió un puente entre
judíos y gentiles, nos dice: “Esfuércense por mantener
la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz."
Y añade: “De este modo, todos llegaremos a la unidad
de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una
humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura
de Cristo" (Ef 4,3.13).

Cabe siempre una pregunta: Unidad… en torno a qué o en
torno a quién? Y cabe una sola respuesta verdadera:
JESUCRISTO, LA ESPERANZA DE GLORIA.

Shalom,
Sea la Paz.

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