¿Calor o sequía?
¿Estás en medio del campo de batalla ahora mismo, con balas que vuelan por todas partes? ¿O es este un período de sequía en tu vida en el que no parece estar sucediendo nada? En la vida, atravesamos ambos tipos de situación.
La Biblia dice que Dios es suficiente para ambas: para las épocas de intensos problemas y para las de sequía. “Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová.
Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto” (Jeremías 17:7-8).
Ahí está: dos tipos diferentes de circunstancias.
El calor y la sequía.
El calor habla de pruebas intensas.
Durante esas épocas, luchas como si estuvieran atacando con problemas, uno tras otro.
Te preguntas si la vida volverá a ser como antes. Apenas recuperas el aliento después de un golpe y ya viene otro.
Por otra parte, la sequía simboliza ese tiempo en que sientes que nada —no cualquier cosa, sino ninguna, cero cosas— sucede en tu vida. En una u otra ocasión, si las raíces de tu confianza están arraigadas en Dios, encontrarás que con Él te basta.
¿Dónde has puesto tu confianza? ¿En ti mismo? ¿En el destino? ¿O en Dios? En este momento, sea que estés pasando por un intenso calor o por la esterilidad de la sequía, bebe ávidamente del agua de vida que realmente satisface.
No vivas en un estado de deshidratación espiritual.
Que tus raíces vayan bien profundo, hasta los recursos de Dios.
Recuerda que Dios dice: “Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas”.
Arraigados en Él, tenemos todo lo que necesitamos para soportar tanto el calor como la sequía.
Tomado del devocionario Palabras de aliento para mujeres publicado por Casa Creación. Para más información sobre este libro, OPRIMA AQUÍ.
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