Monday, October 21, 2013

El amor no tiene envidia

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 1 Corintios 13:4.


 Algunos han llegado a decir que-envidia- es lo que mas se parece a un zafacón lleno de codicia, es definida como “tristeza airada o disgusto por el bien ajeno o por el cariño o estimación que otros disfrutan.”

La mayor parte de los problemas de la gente manifiestan un contenido abundante de envidia.

Las guerras, la falta de comunicación, los divorcios, la incapacidad para ponerse de acuerdo, y un amplio abanico de dificultades, se deben mayormente a gente refugiada bajo un techo de envidia, que bajo una vestidura de egoísmo, se cobijan bajo la bandera del resentimiento, escondite de las más bajas pasiones humanas.

Una gran cantidad de personas viven en esa identidad de la deshonra y pasaporte de la rivalidad y la división.

En varias ocaciones he afirmado que la envidia es una tripulación que va distribuyendo sus mercancías llenas de veneno a toda alma y corazón que determine abrirle sus puertas.

¿Que persona no ha sido golpeada por un envidioso o una envidiosa en más de una ocasión?

Hablemos de la familia, la razón por la que Caín mató al justo Abel, su hermano, fué la envidia. Caín no soportó la excelencia de la ofrenda de Abel a Jehová, le entregó lo mejor de su cosecha, en cambio él le dio al Señor lo primero que encontró.

Esta experiencia tiene varias lecturas, como ejemplo esta: “Cuando haces bien tu trabajo para el Señor, un envidioso/a, a veces multiplicado/a, va a querer hacerte la vida imposible, porque eres excelente en todo lo que haces para Dios.

Es posible que esa sea la circunstancia que te rodea y que te afecta en este momento dentro de tu relación con Jesucristo, que alguien queriendo dañarte, menospreciarte, herirte, desanimarte, haya levantado contra ti persecución.

¡Es que la Gracia de Jesucristo es una luz que ilumina todo lugar que pisan las plantas de Sus hijos!!!!!
Dios te está poniendo en Gracia, esa es la razón por la cual las potestades de las tinieblas levantan sus riñas y refriegas desde las sombras, acciones en las que nunca dan la cara, ocultandose detrás de falsas identidades.

La envidia se esconde en diversos lugares, aunque Dios conoce sus acciones y da a conocer sus perversidades que hace en centros de trabajos, congregaciones, medios de comunicación, escuelas, barrios, universidades, oficinas, asociaciones profesionales, en fin, pero debemos decir que no hay lugar donde la envidia se pueda librar de la de la poderosa mano y  justicia de Dios.

Don Quijote expresó: “Oh, envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes. Todos los vicios, Sancho, traen un no sé qué deleite consigo; el de la envidia no trae sino rencores y rabias.”

Refiere Martín Alonso: “La envidia, polilla del talento, lleva el sello diabólico en su origen.”
No hay dudas de que la envidia es una expresión y sainete del hombre mediocre, y una de las inmundicias de las obras de la carne.

Ante todas estas cosas, la Palabra de Dios nos invita a superar cualquier sentimiento que quiera arrastrarnos hacia esa desgracia, y nos muestra el camino más excelente, que es el fruto del Espíritu: “Amor, Gozo, Paz, Paciencia, Benignidad, Bondad, Fe, Mansedumbre, Templanza.”

Quien a Jesucristo recibe, a la envidia derrota, y se convierte en más que un vencedor, y los que son de ÉL, dice el Espíritu Santo, han crucificado la carne (envidia, pleitos, falta de comunicación, y cosas semejantes) con sus pasiones y deseos. Gálatas 5:22-24.
MARANATHA

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