Saturday, May 12, 2007

Superación Personal

Hay que persistir, cuando las cosas no esten saliendo bien, ¡No desmayes!,
en el tiempo de Dios, todo te saldrá bien.

Hay que ser valiente, nunca digas no, con Cristo, ¡Podemos!,

Si, tu puedes, no te rindas.

¡diga el débil: Fuerte Soy! {Joel 3:10 parte final}.

Intentalo una y otra vez, no escuches voces negativas, ¡Se puede!.

Al terminar de leer la siguiente historia, estaré esperando de Usted
Un "Gracias a Dios, porque él trae a la existencia las cosas que no
existen," ¡Lo he logrado!, ¡Sea el Nombre de Jesús Glorificado!.
{http://luzdelalfarero.blogspot.com}

Demóstenes

El príncipe de la oratoria

Firma y narración, Claudia Hernández.

El joven Demóstenes soñaba con ser un gran orador, sin embargo, este propósito parecía una locura desde todo punto de vista. Su trabajo era humilde, y de extenuantes horas a la intemperie.

No tenía el dinero para pagar a sus maestros, ni ningún tipo de conocimientos.
Además tenía otra gran limitación: Era tartamudo.

Demóstenes sabía que la persistencia y la tenacidad hacen milagros y cultivando estas virtudes, pudo asistir a los discursos de los oradores y filósofos más prominentes de la época. Hasta tuvo la oportunidad de ver al mismísimo Platón exponer sus teorías.

Ansioso por empezar, no perdió tiempo en preparar su primer discurso.

Su entusiasmo duró poco: La presentación fue un desastre.

Fue un gran fracaso. A la tercera frase fue interrumpido por los gritos de protesta de la audiencia:
¿Para qué nos repite diez veces la misma frase? Dijo un hombre seguido de las carcajadas del público.

¡Hable más alto!- exclamó otro- No se escucha, ¡ponga el aire en sus pulmones y no en su cerebro!

Las burlas acentuaron el nerviosismo y el tartamudeo de Demóstenes, así cuenta la historia sobre este gran filósofo de la antiguedad.

La persistencia

Cualquier otra persona hubiera olvidado sus sueños para siempre.

Fueron muchos los que le aconsejaron- y muchos otros los que lo humillaron- para que desistiera de tan absurdo propósito.

En vez de sentirse desanimado, Demóstenes tomaba esas afirmaciones como un desafió, como un juego que él quería ganar.

Usaba la frustación para agrandarse, para llenarse de fuerza, para mirar más lejos. Sabía que los premios de la vida eran para quienes tenían la paciencia y persistencia de saber crecer.

Tengo que trabajar en mi estilo- se decía a si mismo.

Así fue que se embarcó en la aventura de hacer todo lo necesario para superar las adversas circunstancias que lo rodeaban.

Se afeitó la cabeza, para así resistir la tentación de salir a las calles. De este modo, día a día, se aislaba hasta el amanecer practicando.

En los atardeceres corría por las playas, gritándole al sol con todas sus fuerzas, para así ejercitar sus pulmones.

Más entrada la noche, se llenaba la boca con piedras y se ponía un cuchillo afilado entre los dientes para forzarse a hablar sin tartamudear.

Al regresar a la casa se paraba durante horas frente a un espejo para mejorar su postura y sus gestos. Así pasaron meses y años, antes de que reapareciera de nuevo ante la asamblea defendiendo con éxito a un fabricante de lámparas, a quien sus ingratos hijos le querían arrebatar su patrimonio.

En esta ocasión la seguridad, la elocuencia y la sabiduría de Demóstenes fue ovacionada por el público hasta el cansancio.

Demóstenes fue posteriormente elegido como embajador de la ciudad. Su persistencia convirtió las piedras del camino en las rocas sobre las cuales levantó sus sueños.

!Ánimo tu puedes! Solo siendo persistente conquistarás los sueños que tanto deseas.

Lo que quiere revelar esta historia es que por más obstáculos que creamos tener nunca nos debemos rendir ni decir no puedo, sino por el contrario continuar con los sueños.

Fuente, http://hoy.com.do

Maranatha

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